Tu reflejo

Anoche soñé contigo. Fue curioso porque, aunque mi sueño estaba lleno de gente, solo yo podía verte. Y descubría la manera de hacerlo de la forma más tonta: mirándome al espejo.
Allí estabas tu, transparente pero con la voz firme, sólida, real.
Pienso que, el hecho de haberte visto anoche tenga que ver con la vida devuelta a tu firma. Como si al repasar de negro el trazo de tu nombre hubiera conseguido invocarte.
Y lo más increíble no fue sentir tu aliento, ver tu silueta o abrazarte aunque fuera a través de unos barrotes que seguro son el símbolo que mi cerebro posiciona en el lugar correcto para que no enloquezca pensando que podemos estar unidos de nuevo. Lo más increíble fue el mensaje que me enviaste. La moraleja del tener que mirarme a mi misma para poder verte a ti. Y cuando me miré y te vi estabas feliz. Sonreías como nunca, tus ojos emocionados.
Gracias papá, se que hoy es el primer día del resto de mi vida.

Melancovalentía

Si ayer era presa de una profunda nostalgia, hoy es la melancolía la que se apodera de mi. Quizá influya el hecho de estar cambiando el armario de estación, viendo pasar prendas de otras temporadas e incluso épocas, recordando momentos a través de las texturas y volviendo a ser un poco aquella persona que vestía otra piel en otro tiempo.

Algunas de esas pieles están hechas jirones, pero las guardaré con cariño en alguna caja para el mañana, porque me recuerdan a quien quise, quiero y querré, y me obligan a recordar a aquellas personas a las que un día admiré casi tanto como a quienes quise, quiero y querré. Pensar en cómo se han ido y en cómo no es sólo la muerte la que puede hacer que las emociones se entierren o al menos, se dispersen en lo más vasto de la inmensidad.

Ojos que no ven corazón que no siente. Jamás nadie escribirá una frase más incierta salvo que el lado poético de quien algún día la pronunció pretendiera usar los ojos como una metáfora del alma, del oído, de la piel, de los recuerdos. Pero si así hubiera sido, entonces su propia esencia de loco le habría hecho ver que no sólo se ve a través de los ojos. Y ese es el verdadero defecto del hombre. El sentir por cada uno de sus poros. El sufrir incluso sin ser víctima de ningún dolor real, sólo con el temor a serlo.

Nuestra mente es lo más poderoso que tenemos, y es ella a la que debemos recurrir cada día, antes de acostarnos, y antes de cerrar los ojos y dejar que sean los sueños, los que al otro día, olvidados, nos permitan seguir adelante habiendo dejado atrás emociones que un día echaremos de menos sin saber por qué.

El mundo es para los valientes, decía mi padre, y así me lo recordó el otro día un buen colega al otro lado de la red que sostienen estas letras que no son más que mi esencia perpetuada, de alguna forma premeditada, por si mañana, o el 21 de diciembre de este apocalíptico año, muero arrasada por esa ola gigante que me acecha en sueños desde que tengo uso de razón, aunque la razón contenida en esa red sea arrasada del mismo modo que todos nuestros sueños.

Siempre he dicho que tener miedo es el primer paso para ser valiente, ya que sólo se es valiente si se vence al miedo. Yo tengo miedo a dejar cosas de lado, a no ver a quién me necesita o a arrepentirme de no haber hecho esto o aquello antes de que sea demasiado tarde. La valentía no es sólo una medida de la grandes hazañas.

No es más valiente el que más hace, si no el que hace aquello que teme no hacer.

You know what I mean

[…] Ahora bien: el aislamiento es la supresión de la posibilidad de contacto, el medio de sustraer algo a todo contacto, y cuando el neurótico aísla una impresión o una actividad por medio de una pausa subsiguiente, da a entender simbólicamente que no quiere que los pensamientos a ellas relativos entren en contacto asociativo con otros.» […]

Freud. «El yo y el ello».

Si you know what i mean, grita.

Otoño filosófico

Ha llegado el Otoño. Anoche parecía más real aún por el viento y la lluvia, pero hoy vuelve a lucir el sol.

Te echo de menos. Algunos días consigo que la cordura por la necesidad de seguir adelante que el ser humano posee, se mantenga ahí, intacta, recordándome al mínimo intento de volver a pensar en lo ocurrido que no debo recrearme en el dolor, que debo pensar en las leyes de la vida, en las reglas universales que parecen justificarlo todo. Pero otros días, tan sólo basta una canción, una escena de una película o una llamada, para que me venga abajo y me teletransporte a los días en los que salíamos del hospital tan esperanzados que así luego fue de duro el golpe, de inesperado. Intento no llorar, y sobre todo, intento que nadie de la familia llore ante mi. Porque si lo hacen siento como si me dieran las excusa para decir: venga, vale, vengámonos todos abajo y lloremos hasta que se acabe el mundo. – Y en algunos de esos momentos, me siento culpable por intentar frenar el llanto de mamá, porque quizá en el fondo ella espere a que lleguemos alguna para poder abrirse y curarse un poco del dolor de tu marcha.

Todos los días te pienso. Cada noche miro tu foto y beso la firma que llevo bajo mi piel. Son tantas y tan buenas las cosas que hemos vivido juntos que algo me impide y creo que lo hará siempre, enfocar el fin de un día más sin seguir el ritual que te mantiene conmigo. Todos creen que estoy mucho mejor. Y en realidad no se equivocan, es así. Me río con ganas y pienso en cosas bonitas sin que esa nube negra que está sobre mi cabeza termine por estallar en tormenta. Cuando alguien me pregunta qué tal estoy ya no se me viene a la cabeza el duelo como respuesta, no identifico esa pregunta como antes, si no como antes de antes. Y lo más curioso de todo esto es que, en mi constante de analizar hasta el extremo mis emociones y las de los que me rodean, me acecha el sentimiento de culpa por estar empezando a estar mejor. Entonces pienso en cómo tu eras y cómo enfocabas las cosas. Como dice Albi:  de lagrimina rápida y p’alante. – Que grande eras. Que grande.

Y qué absurdo es el ser humano y cuán complejo a la vez, ¿verdad?. Ahora por ejemplo, si veo una matrícula capicúa ya no pido salud para todos, o que nos toque la primitiva, si no que pido que de verdad exista algo después de todo y volver a verte cuando cruce el túnel. Y mira que se que soy demasiado fantasiosa y que la imaginación me ha llevado siempre más lejos en mi vida que cualquier otra cosa. Y sin embargo ahora la razón quiere apartarme de ese camino de imaginante que tu creaste para mi. Quiere impedirme creer en que hay algo más. ¿Cómo iba a haberlo?. Si pienso detenidamente en todo lo que se de ciencia, mi cerebro racional me dice que es imposible. Si cuando mueres tu cerebro expulsa una a una tus neuronas, y tu alma por tanto, se dispersa al salir ante la muerte de aquello que la mantenía contenida, entonces, salvo que haya ahi al lado un hombrecito de otro mundo que recoja toda esa esencia a punto de dispersarse y la guarde cuidadosamente en una caja para después traspasarla, igualmente contenida, igualmente compleja, a otro tipo de cuerpo, parecido al que tenemos ahora, pero celestial….salvo que ocurra algo así, me parece imposible que perduremos en la misma forma de lo que ahora somos, más allá de la muerte de nuestro ser físico.

Pero por otro lado, ante tu perdida Papá, no puedo hacer más que fantasear y pensar e imaginar historias que amparen mi teoría, porque necesito pensar que estás ahi, esperando a abrazarnos cuando nos vayamos, rodeado de toda la gente que te quiso y que quisiste, porque si no Papi, esta vida tiene menos sentido que la nada.

Ayer una película me recordó la frase de Gandhi: «Casi todo lo que realice será insignificante, pero es importante que lo haga». Y entendí a la primera que sólo aquel que piensa más en los demás que en si mismo, en cómo sus actos pueden ayudar, favorecer, mejorar, e incluso salvar de una u otra forma más literal o menos la vida de los demás, es quien realmente entiende el sentido de la vida, haya o no haya nada al otro lado.

«Todos tenemos nuestra propia máquina del tiempo, el pasado son los recuerdos y el futuro son sueños.» La máquina del tiempo.

Así que, de todo este inicio filosófico del Otoño, que se lo dedico a Isa, esa amiga que me apoda Antoñita la fantástica y la que le estoy dando carne fresca para las risas de la próxima cena -pero no me importa, a mi me da lo mismo – saco dos cosas:

  1. Se acaba de caer un tupper de la cocina solo…quizá sea una señal. ;)
  2. Soñar es gratis. No hay IVA que valga y nadie más que tu controla lo que sueñas. Los sueños sueños son, pero a mi, me mantienen con la esperanza de que solo basta ver, para creer y para crear. Y yo, Papi, te veo. 

Buen comienzo del Otoño a todos.

Pau.

Sueños I

Como me alegro de haber estirado un poco la noche y haber permanecido más tiempo del debido en la cama esta mañana. Si no lo hubiera hecho no te habría soñado, y si no te hubiera soñado, no me sentiría ahora tan fuerte, tan firme, tan esperanzada.

En mi sueño teníamos una especie de nueva oportunidad. Un ratito para estar contigo aún sabiendo que ya no estás. Una mezcla entre sensaciones bonitas y de paz y otras tristes, tétricas, terribles. Colores, olores, lagrimas, emoción…te agarré de la mano fuertemente y te dije: «Te quiero con todo mi corazón». Y tu mano no estaba fría, estaba cálida, como tu eras.

Llamé a la enfermera y le dije que corriera a llamar al médico, que habías vuelto para quedarte y eso había que mirarlo para asegurarnos de que no iban a dejarte ir otra vez. Y entonces, como para comprobar que realmente eras tú, te hice preguntas, cómo qué era lo que mas echabas de menos o qué era lo primero que querías hacer ahora que habías vuelto. Me agarraste del brazo mientras caminábamos y sentí tu fuerza, me llevabas tú a mi, no yo a ti, en una especie de retorno a las cosas tal y como habían sido siempre, y te dije: «Qué fuerte te veo, papá».

Te miré y senti esa ternura tan tuya al mirar a tu familia y, aunque tu mirada estaba como en otro lado, tu cuerpo emitía esa misma sensación de paz que siempre me daba el estar cerca de ti. Te pregunté: «papi, y allí, ¿dónde estás?». -Y me dijiste: «en la piscina hija, conmigo mismo.»

Los sueños…

…sueños son, y mamá siempre dice que «cosa soñada nunca realizada». Y sin embargo esta noche he soñado con lo ya ocurrido. Y es curioso, porque hace apenas dos días le decía a Isa que no era capaz de soñar contigo. Que no sabía cuanto la envidiaba por saberse reconfortada por el despertar de un sueño que ahora busca a cada momento para encontrarte.

Y mientras yo, me acuesto ansiosa, como el niño que desea pero teme la llegada de la mañana del día 6 de Enero. Ese día en el que este año, se cumplirán seis meses de tu ausencia, y en el que, me repito para no perder el norte, habrá 4 reyes en lugar de 3, cuatro estrellas en lugar de 3 y un hueco inconmensurable bajo el árbol y en nuestros corazones, desiertos, arrasados, devastados por esta ausencia que se me antoja un siglo, como la canción.

¿qué harías hoy….

…si supieras que va a ser el último día de tu vida?

Ultimamente no me salen las palabras con la misma facilidad que antes, y por eso busco en imágenes o en videos aquello que quiero expresar, por si alguien ha pensando como yo en algún momento, o se ha hecho las mismas preguntas y ha sabido plasmarlas para los demas.

Hoy, mientras veia Love Actually, ha llegado por fin para mi la Navidad. Me he sentido como siempre que veo esta película, emocionada, esperanzada, con fuerza para creer que todo es posible, y he pensado en la cantidad de cosas que quiero hacer, y en que no puedo decirme un día más que las haré mañana. He buscado, y he encontrado este video, que expresa a la perfección lo que quiero decir.

Y tu, ¿qué harías hoy si supieras que es el último día de tu vida?

Creo que deberiamos hacernos esta pregunta cada mañana.
Feliz Navidad a todos.

Pau