Sonrisas Dulces

Hace un año, operaron a mi madre, y mi padre y yo debíamos esperar a que saliera del quirófano en la misma planta en la que se accede a Oncología Infantil. Recuerdo los nervios cuando la operación se alargó más de la cuenta y como mi padre no paraba de dar vueltas de un lado a otro de la sala. Curioso recordar el miedo que nos embargó al pensar en la posibilidad de que saliera mal y perderla. Curioso el hecho de que hoy es mi padre a quien hemos perdido.

Sin embargo, y en medio de toda la vorágine de recuerdos y de emociones,  hoy me viene a la cabeza con especial intensidad dos situaciones que mi padre y yo vivimos juntos en aquellos momentos de espera. Una fue cuando una madre llevaba a su niño de la mano, mientras éste, sentado en una silla de ruedas que empujaba una enfermera, se dirigía a la puerta de Oncología Infantil. El niño, de unos 12 años, miraba a su madre asustado al verla llorar sin poder contener las lagrimas. Otra fue cuando los médicos, enfermeros y animadores salieron a despedir a un niño de unos 5 años que se iba a casa y que lloraba porque no quería perderse la fiesta de Navidad con sus amigos de planta.

Mi padre y yo nos miramos, emocionados, y ambos recordamos a Diego, hijo de unos amigos de mis padres y amigo mío de la infancia, quien falleció con 12 años por una Leucemia a la que no consiguió vencer. En ese momento pensamos que a pesar de las circunstancias, no hay nada tan terrible como la enfermedad de un niño, ya que un niño debe crecer ilusionado, aprendiendo, soñando..y no luchando contra la muerte. Es injusto y cruel.

Hoy, al ver este video, y pensar que por cada vez que sea visto Miguelañez donará 5 céntimos a la investigación contra el cancer infantil, me siento en el deber de compartirlo para que llegue al máximo de personas posible. Porque como dice la campaña, es un mal que puede afectarnos a todos, pero cuando le ocurre a un niño, que tiene toda la vida por delante, el mal se vuelve aún más injusto e incomprensible.

Por suerte, hay personas que dedican su tiempo a ayudar a los demás. Siempre he admirado a ese tipo de personas que dan lo que no tienen por otros. O que teniendo no sienten la necesidad de rodearse de lujos innecesarios e invierten en los demás.

Creo que en este mundo de locos, injusto e insano, aún hay hueco para la esperanza.